Ana Gómez Berrocal (Salamanca, 1983), internista en el Gómez Ulla de Madrid. “Tenía un paciente ingresado y me tuve que ir de baja maternal. Temía que le pasara algo grave en mi ausencia. Mientras hablaba de la emoción de curar me he acordado de él porque le prometí que no le iba a dejar solo… Cuando volví a verle se le caían las lágrimas, y a mí se me puso la piel de gallina. Pasa el tiempo, pero esas cosas te siguen removiendo”.
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