El mundo ha cambiado desde febrero. También en el impacto del virus en Vitoria, que se llevó entonces todos los focos, cuando se decía que el coronavirus era apenas una gripe y que su incidencia en España sería residual. La covid-19 ya estaba haciendo estragos en Italia tras saltar de China a Occidente y pronto se instaló en la Península, con la provincia vasca como uno de los primeros focos. En particular, el hospital de Txagorritxu, donde el patógeno se infiltró y castigó a la plantilla y a los pacientes. Han pasado solo seis meses, que parecen una eternidad, desde aquellos tiempos en los que las mascarillas parecían cosa de Asia y la distancia social no era necesaria. Los indicadores actuales, al menos a primera vista, apuntan a Bilbao y Bizkaia como grandes epicentros del peligro vírico en Euskadi. Álava, cuyos contagios han sido muy inferiores desde después del estado de alarma, parecía librarse de este segundo azote. Pero solo a primera vista.
Seguir leyendo