Saïd Hejal, un empresario de origen libanés afincado en Madrid, quiso aprovechar el confinamiento para mejorar su español, leyendo cada día un par de reportajes de El PAÍS. La mañana del 5 abril le llamó la atención un reportaje: “Mis alumnos están pasando hambre y no puedo quedarme con los brazos cruzados”. En él se contaba la historia de varias escuelas que buscaban, desesperadamente, alimentos para sus familias. Saïd, de 39 años, cerró el periódico y llamó a su jefa de prensa: “Bárbara, por favor, ayúdame a localizarles”. Así comenzó una aventura que convirtió una escuela en el salvavidas de 2.000 familias madrileñas durante cuatro meses. Y a partir de ahora se convertirá en un proyecto de ayuda económica a largo plazo.
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