El Congreso aprobó el jueves la nueva ley educativa, la Lomloe (Ley Orgánica de Modificación de la LOE), conocida como ley Celaá, en un clima de fuerte división y por una mayoría más corta (177 votos a favor, uno más de los que requiere una ley orgánica) de la que el Gobierno esperaba hace unas semanas, antes de la polémica en torno a la supresión de la referencia al castellano como lengua vehicular y la movilización contra la norma de la escuela concertada. Isabel Celaá (Bilbao, 71 años), recibe a EL PAÍS un día después, en la sede del Ministerio de Educación, con el aire de quien acaba de volver de un campo de batalla.
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