Manos, metros y mascarilla. Las tres emes son la clave, repiten las autoridades sanitarias, para combatir la pandemia: lavarse las manos, mantener la distancia social y ponerse el cubrebocas. Les ha faltado, sin embargo, hacer hincapié en la uve, de ventilación. El coronavirus también está en el aire y, además de posarse en superficies o saltar a otro a través de las gotículas que expulsa un infectado por la nariz o la boca, puede quedar suspendido en el aire (en forma de aerosoles) durante un tiempo e infectar. Para combatir esta vía de contagio, cuya magnitud de transmisión aún está en discusión entre la comunidad científica, no hay directrices severas más que ventilar bien los espacios cerrados y optar por los exteriores. Tampoco hay un plan para cuando arrecie el frío. Los expertos advierten de que falta concretar cómo se deberían acondicionar los sitios cerrados para evitar los aerosoles y algunos avisan de que las medidas pueden tener un impacto socioeconómico elevado.
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