Ninguna buena acción se queda sin castigo. La maldición del sarcástico refrán británico se cierne sobre la Unión Europea y la industria farmacéutica cuando ambas aspiraban a anotarse tantos históricos en la lucha contra la covid-19. Las fuentes consultadas por EL PAÍS coinciden en considerar un gran acierto la estrategia de vacunas puesta en marcha por la Comisión Europea, basada en una compra conjunta sin precedentes de millones de dosis. Pero también cunde la sensación de que el organismo se ha visto desbordado por la descomunal tarea y ha pecado de falta de previsión ante los fallos de suministro que se han producido en varios laboratorios. El sector farmacéutico tampoco sale indemne del fiasco por las sospechas sobre sus prácticas comerciales de distribución.
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