La primera vez siempre es difícil. Verse en una fila junto a decenas, a veces centenares de personas, esperando bajo el frío y la oscuridad para recoger una bolsa con comida, resulta chocante para muchos. Pronto se acostumbran, y para algunos ya es una rutina.
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Madrid, un oasis para unos franceses ansiosos de ocio y cultura
Más difícil para los alumnos extranjeros
El informe del Observatorio de la vida estudiantil constata que las dificultades financieras son mucho mayores para los estudiantes extranjeros, sin el acceso de los franceses a las ayudas del Estado y lejos de sus familias. “París es caro, y no creo haber comprado muchas verduras, y aquí nos dan”, dice mientras espera su turno en el centro de la asociación Linkee la checa de 24 años Katerina, estudiante de Erasmus. “Sin esto, tendría una alimentación bastante monótona y malsana”.