Apenas nadie pide una de las grandes ensaladas con zumo de naranja que ofrece a un precio módico la Tarongeria. Ni se compran libros en la librería, ni se cortan pelos en la peluquería. El campus de la Universidad Politécnica de Valencia está prácticamente vacío. Las clases presenciales se cancelaron el lunes y continuarán solo de forma telemática al menos una semana más. La razón es que el coronavirus campó a sus anchas entre los estudiantes en varias fiestas de bienvenida, siendo el epicentro la residencia privada Galileo Galilei, en cuya azotea se celebró la más concurrida y viral, la fiesta ibicenca. El resultado es que más de 20.000 universitarios (sin contar profesorado y trabajadores del campus) se han tenido que quedar en casa y 650 jóvenes cuyos padres pagan al mes entre 635 euros (la habitación triple) y 1.235 (la individual con terraza) están confinados en el colegio mayor al detectarse 131 positivos. Ni la camarera, ni el peluquero ni el librero tienen casi clientela.
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