Cataluña es la única autonomía con una elevada población escolar (representa el 16,6% del total) que ha recuperado la enseñanza plenamente presencial en casi todas las etapas educativas, con algunas excepciones semipresenciales en grupos de Bachillerato y FP. Y debido al crecimiento del número de alumnos que ha experimentado en la última década y a la ausencia de un esfuerzo inversor acorde al mismo, cuando la pandemia estalló el territorio no contaba con unas dotaciones educativas precisamente envidiables. El resto de comunidades que han iniciado el curso de forma completamente presencial tienen pocos estudiantes (Cantabria), o abundante espacio en colegios e institutos como consecuencia de la pérdida sostenida de alumnos en los últimos cursos (Extremadura y Castilla y León), o una riqueza y un régimen fiscal distintos del resto (País Vasco y Navarra). Por eso, si funciona, el modelo catalán de que todos los alumnos vayan a clase a diario —cuando lo normal en el resto de España es hacerlo en días alternos a partir de segundo o tercero de la ESO—, podría ser imitado por las otras autonomías.
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