Londres y Bruselas han hecho un esfuerzo por frenar la espiral de tensión que ha desatado la crisis de las vacunas. El momento álgido llegó en la noche del viernes, cuando la UE tomó la decisión —luego retirada— de activar uno de los puntos más delicados del acuerdo del Brexit: el Protocolo de Irlanda del Norte. Al pretender imponer un control en las exportaciones de vacunas desde la República de Irlanda, socio comunitario, a territorio norirlandés se reavivó la amenaza de resucitar la frontera invisible que divide la isla. Justo el reproche que se hizo al Gobierno británico durante años de negociación. Bruselas retrocedió en el empeño finalmente.
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