A Luis Dorado ya no le quedan marcas en la cara de las mascarillas y la pantalla que ha llevado hasta 24 horas seguidas durante los momentos más duros de la pandemia. Tampoco en los codos de los largos ratos que ha pasado estudiando, cuando sus dos hijos y su trabajo se lo permitían, para obtener el título de maestría, como le dicen en Ecuador, en Prevención de Riesgos Laborales.
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