Las unidades de cuidados intensivos (UCI) en España vuelven a temblar. La historia se repite. Como en primavera, cuando asistieron atónitas a una avalancha de enfermos de un virus desconocido que no sabían ni cómo tratar. El personal de la UCI se ha vuelto a poner en guardia —si es que algún día dejó de estarlo— para afrontar la segunda ola de la pandemia. Quizás más seguros de sí mismos; también más cansados.
Seguir leyendo